miércoles, 31 de agosto de 2011

La herencia del Tío Gilito.


El tío Gilito era un pato muy muy rico de unos dibujitos que veíamos mi hermana y yo de pequeñas. Ya no lo recuerdo muy bien, pero sí recuerdo que vivía con sus tres sobrinitos, y que todo el rato intentaban robarle las montañas de dinero, que tenía acumuladas en su sótano.
Tengo un conocido que me recuerda bastante al tio Gilito; no es que guste bañarse entre sus montañas de dinero, ni se dedique a buscar reliquias perdidas para engrosar su fortuna, pero sí a comprar pisos para ampliar su patrimonio (no artístico ni cultural como el de Úbeda y Baeza). Creo que le ha cogido gusto y ya mismo puede que nos anuncie otra compra.
Al igual que el famoso tío gilito, es también bastante tacaño y malhumorado. Lo último que le escuché decir fue: ``A ver si te crees que los (mis) pisos son cromos´´ ``Los (mis) pisos no se regalan´´. Desde luego que no, ``Tío Gilito´´, y si no, cuéntaselo a las inmobiliarias, que por no regalarlos son los bancos los que se los comen con papas.





















martes, 30 de agosto de 2011

Mi amigo, El Colonias, también conocido como Varón Brumel.


Hay personas, como mi amigo El Colonias, alias Varón Brumel, que piensan que los litros de colonia son directamente proporcional a los ligues de una noche. Era una noche tranquila, hasta que irrumpió en nuestro bar el perfume embriagador de Varón Brumel. Da igual a que zona del bar te fueras, no había escapatoria. Ni el resto de la barra, ni cerca de la puerta, ni en la pista de baile... Hasta los servicios, habían perdido su aroma natural, quedando también impregnados de Brumel.

No estoy exagerando. No es la primera vez, que saludo con un beso a una persona y ya huelo a ésta el resto de la noche. Es más, no solo huelo, también me sabe la boca a colonia, es asqueroso.
Esa noche, cuando llegué casa dejé toda mi ropa en la terraza, me duché, me lavé la cara y la boca; no quería soñar también con el Varón Brumel.

Sospecho que son las madres las responsables de este tipo de cosas...Sin ir más lejos, mi madre le echa colonia a mi perro cada vez que lo baña, y es un perro...

Pero siempre es mejor oler como Varón Brumel, a oler como nuestros amigos los guiris salseros.

Próximamente: Lady Brumel.

Con amor de papá y mamá...


Alucino con los dos últimos regalos que me han hecho mis padres. El primero me lo hizo mi madre a mediados de este verano, un set de cubito con su pala, su rastrillo y hasta un cernidor , y todo de la Barbie (la mala, no la auténtica); el motivo, aparentemente ninguno. Bueno yo me iba a pasar tres o cuatro días con unas amigas a la playa, y mi madre debió pensar que lo necesitaba.
El segundo regalo, aún mejor que el primero, me lo acaba de hacer mi padre, la colección de capítulos de David el Gnomo (sí, habéis leído correctamente), al parecer lo regalaban con el periódico, pero ha sido difícil conseguir los primeros números de la colección. Yo me imagino a mi padre yendo de acá para allá, preguntando en mil kioskos distintos para reunirle a su hija ya bastante mayorcita ,todos los vídeos de los capítulos que veía de pequeña. David el Gnomo era una serie de dibujitos que no me perdía de pequeña. Era tanta mi afición, que mi padre me tenia grabados varios capítulos para cuando me pusiera pachucha tenerme entretenida (menuda borrachera Disney y del Gnomo que yo me cogía). El motivo de este segundo regalo, también ninguno. Dos regalos sin motivo. Dos regalos muy infantiles. ¿Es una indirecta? ¿Habrán querido decirme algo? Pobres, yo creo que preferirían tenerme en casa viendo todavía a David el Gnomo o jugando en la playa con el cubito a unos metros de ellos. Y lo peor de todo esto, es que el cubito sí me lo llevé de vacaciones y los vídeos me hicieron mucha ilusión.