Hay personas, como mi amigo El Colonias, alias Varón Brumel, que piensan que los litros de colonia son directamente proporcional a los ligues de una noche. Era una noche tranquila, hasta que irrumpió en nuestro bar el perfume embriagador de Varón Brumel. Da igual a que zona del bar te fueras, no había escapatoria. Ni el resto de la barra, ni cerca de la puerta, ni en la pista de baile... Hasta los servicios, habían perdido su aroma natural, quedando también impregnados de Brumel.
No estoy exagerando. No es la primera vez, que saludo con un beso a una persona y ya huelo a ésta el resto de la noche. Es más, no solo huelo, también me sabe la boca a colonia, es asqueroso.
Esa noche, cuando llegué casa dejé toda mi ropa en la terraza, me duché, me lavé la cara y la boca; no quería soñar también con el Varón Brumel.
Sospecho que son las madres las responsables de este tipo de cosas...Sin ir más lejos, mi madre le echa colonia a mi perro cada vez que lo baña, y es un perro...
Pero siempre es mejor oler como Varón Brumel, a oler como nuestros amigos los guiris salseros.
Próximamente: Lady Brumel.
Uy, la futura pinchaculillos tiene un blog... Qué zuuuuustoooooo. Ahora hay que portarse mu bien, o va ella y te pregona por aquí, jajajajajajaja.
ResponderEliminarPos a mí me gustan los hombres perfumados, qué quieres que te diga. Sobre todo cuando estoy resfriada y no huelo ná de ná :-DDD. De todos modos, yo me duché nada más llegar, por si acaso :-D.
Un besito, jeringona.
hum que feo suena eso de jeringonaa
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