Vivo en una comunidad de chorizos, ¿o debería decir de vecinos envidiosos?. Mi garaje no es un lugar seguro,ya han ocurrido un montón de incidentes la mar de desagradables; desde vomitonas borrachillas, hasta robos, destrozo de lunas... Todo esto a mi resbalaba antes, pero ahora, desde que aparco mi amoto, sufro un montón. Mi amoto es de Navarro Hermanos, aunque ya no lo ponga en la matrícula sigue siendo de Navarro Hermanos. La compré de segundo culo en una tienda de confianza de mi barrio, pero estaba muy nueva. La primera noche que pasó en mi garaje, alguien se encargó de estrenármela, su forma particular de darle la bienvenida: le chafaron el cristal del cuentakilómetros, imagino que con una llave. Me hizo una gracia loca...Cuando lo llevé al taller, todavía me hizo más gracia que me dijera que no se podía cambiar el pequeño cristalito, que había que cambiar el cuentakilómetros entero, y que valía una pasta. Lo único que se podía hacer por la pobre, era tapar el agujerín con fixo para que por lo menos no le entrara agua. Otro día, cojo mi amoto tan feliz y noto que algo no va bien, que está muy rara...menudo chillido pegué cuando ví el agujerito que había dejado la ausencia de mi espejo izquierdo. Tengo que reconocer que le tengo respeto a la moto, yo no hago locuras al volante, y menos cuando me pongo un casco. No podía pasar sin mi espejo izquierdo, así que rápidamente, cagándome en todo, fui al taller a encargar un espejo nuevo. Menuda sorpresa me llevé, cuando uno o dos días después me encontré el espejo robado sobre los pies de mi amoto. El choricillo se había arrepentido, ya sea porque no le sirvió o porque realmente estaba arrepentido, se arriesgó a devolverlo, podría haberlo pillado con las manos en la moto.
Bueno, por lo menos sé, que si lo próximo que me quitan son las contrapesas lila, tengo una pista que darle a la policía; mi chorizo no es picante, es más bien un fuet con gustos afeminados.
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