Mon Cheri no podía ni verme. Mon cheri era la mujer de mi ex jefe, una francesita cincuentona y fea que creía que yo pretendía robarle a su marido. Cuando me percaté del asunto, me pareció divertido provocarle yendo cada vez más arregladita al trabajo. Cada vez que entraba por la puerta, me miraba de arriba a abajo y se tiraba de los pelos, no delante mía por supuesto.
No siempre andaba por allí, pero cuando aparecía, su misión era muy clara; intentar sacarme de mis casillas. Claro que no lo conseguía, porque yo lo dejaba correr, ya se cansaría. Aún así, había veces que se ponía ya pesadita. Le gustaba regañarme por cualquier cosa y meterse en mi trabajo, cuando no tenía ni idea. Había veces que se sentaba en mi mesa, y apenas me dejaba trabajar. Era su forma de marcar territorio, y decir aquí mando yo ; muy poco elegante, por cierto ¡Qué celosa la Mon Cheri! Otra virtud de Mon Cheri era su dulzura y cariño con la gente. No soportaba hablar con nadie y tenía muy poquito tacto para decir según que cosas.
Cuando me fuí se quedó más contenta que unas pascuas. A veces, las cosas vienen rodadas, pero solo para algunos. Yo quería un contrato, mi jefe no quería contratarme, y ella no me quería allí.
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